Perfil de Florentino Soria
Personaje dicharachero, cordial y expansivo, el asturiano Florentino Soria Heredia (Gijón, 1917) es una de esas figuras, no tan infrecuente en nuestro cine, que atraviesa con discreta fortuna diversos territorios de la institución cinematográfica con esa necesaria eficiencia organizativa o creadora, según los casos, en todo punto alejada de eso que llamaríamos hoy estrépito mediático.
Periodista que ingresaría en el recién creado Instituto de Iniciativas y Experiencias Cinematográficas en la rama de Dirección, Florentino Soria forma parte de esa nutrida compañía de los que, licenciándose en Dirección, jamás llevaron a término una carrera profesional en ese campo. Director únicamente, por tanto, de sus prácticas en el IIEC, la carrera de Florentino Soria acabó alternando la escritura de guiones, la enseñanza, la gestión administrativa y política del cine español, la historia y, en el penúltimo ocaso de su vida, la interpretación.
Como guionista (1950-1971), tras casi debutar en la compañía de, entre otros distinguidos italianos, Michelangelo Antonioni (Tirma, Paolo Moffa, 1954), su trabajo se vinculará a comedias críticas (Calabuch, Luis García Berlanga, 1956, –película que crece con los años-, La vida alrededor, Fernando Fernán Gómez, 1959), descoyuntadas (Martes y Trece, Pedro Lazaga, 1961) o asainetadas (El vagabundo y la estrella, Mateo Cano, 1960; La cera virgen, José María Forqué, 1971), concluyéndola prácticamente con un cauteloso llamamiento a la reconciliación nacional a cargo de un desnortado anarquista y de una perpleja monjita (La orilla, Luis Lucia, 1970).
Entre tanto, y mientras cultivaba la crítica y el ensayo en periódicos y revistas de cine, enseñó durante largos años guión, tanto en el IIEC como en su metamorfoseado Escuela Oficial de Cine (EOC), llegó a Subdirector académico de tal centro, y alcanzó, entre 1962 y 1967, el cargo de Subdirector General de Cinematografía y Teatro, siendo Director General García Escudero, y contribuyendo a materializar la siempre dificultosa, contradictoria, arriesgada y constreñida apertura y renovación que conoció el cine español durante ese estimulante periodo.
A partir de 1970, y hasta 1984, fue director de la Filmoteca Española, a la que acabó sacando de su postración y convirtiéndola progresivamente en la institución culturalmente viva que es hoy; caminando durante más de quince años (junto a su imprescindible y cómplice equipo) varios pasos por delante de las “aperturas” que concedía el franquismo en materia de exhibición cultural cinematográfica; y erigiéndose en cómplice y apacible padrino de un par de activas generaciones de historiadores cinematográficos… mientras, de paso, daba clases de Historia del Cine en la madrileña Facultad de Ciencias de la Información.
Ocasional secundario de lujo a partir de 1978 y sobre todo con Berlanga (componiendo diversos personajes caracterizables tanto por su agobio como por su irónico voluntarismo cascarrabias), nada tiene de extraño que en 1999 Florentino Soria fuera uno de los dos destinatarios de las Medallas Honoríficas que cada dos años concede la Asociación Española de Historiadores del Cine, hecho que tiene su reflejo en el modesto homenaje que, en colaboración con Filmoteca Española, le ofrecemos una vez cumplidos (el 15 de Junio) los 86 años.
Julio Pérez Perucha, Presidente de la AEHC.
Junio, 2003.